¿Lucha
estudiantil, revolución o falta de conciencia?
Si hay algo que ha
caracterizado las universidades públicas en Colombia ha sido su alto grado de
combatividad, lo que ha permitido generar un imaginario positivo de resistencia
entre los sectores populares. Parte de esta combatividad no sólo se ha visto
materializada en que varios de los líderes revolucionarios han provenido de
estos encierros, sino también por el constante ritual de confrontación con la
policía conocida como el tropel. Quizás lo primero que uno espera al entrar a
la universidad, más que su primera clase, es su primer tropel. Y esta marca de
resistencia y rebeldía se ha mantenido desde que se lanzó la primera piedra hasta
que se pintó la última pared.

¿Pero que sucede después de
estos acontecimientos?, la pregunta es ¿traen algo positivo estos disturbios
para la formación de futuros profesionales?Los pasados días en las
instalaciones de nuestra universidad, cerca de las 11am hacen presencia unos de
los grupos revolucionarios reconocido como el movimiento estudiantil o como lo
conocen más de uno por ahí los famosos “Capuchos”, quien en conmemoración del día
del estudiante caído o día del estudiante revolucionario dan inicio a unas
horas de turbulentos disturbios; Cada 8 y 9 de junio se conmemora en Colombia el Día
del Estudiante Caído. Una conmemoración que siempre se enmarca en protestas
estudiantiles, asambleas en las universidades y actos culturales en honor a los
jóvenes muertos que ha dejado una lucha que jamás dejará de ser justa y
necesaria en una sociedad que moviliza recursos para la guerra y recorta el
presupuesto para la educación. Disturbios que no tienen nada que ver con
el conocimiento, el aprendizaje o las aulas de clase.

Pero quizás
lo más entristecedor es el retorcido sendero de destrucción forrados de imágenes
de guerra, vidrios destrozados, como escombros de un bombardeo, piedras que
debieron ser parte del pavimento por donde un momento antes avanzaban los
compañeros de clase, sillas destrozadas, todas tiradas por ahí, convertidas en
un conjunto de metales retorcidos y sucios, y los más preocupante sangre, de
compañeros que nada tenían que ver con el tropel, sangre de miembros de la policía,
o sangre de los desafortunados manifestantes que no alcanzaron a huir de sus
propias descargas.
Como estudiante
manifiesto rotundamente mi rechazo contra la violencia de las armas y enaltezco
el derecho de pensar, ser y sentir diferente, como se puede pensar que
el daño a la sociedad como sucede en estos hechos puede ser positiva para una
sociedad desarrollada con profesionales formados en valores, como después de su
“lucha estudiantil” vuelve a salir el sol y se vuelven a abrir los salones y la
vida al parecer continua y ¿el resto de las cosas? Uno no puede quebrar un
vidrio, ofender o golpear a alguien y luego a la mañana siguiente, pretender
que no ha pasado nada, cuando lo importante nuestra formación como futuros
profesionales está quedando a un lado evidenciándose notoriamente ya que hoy en
día muchos salen de la universidad sabiendo nada de nada, entonces cual es la revolución?
Si los estudiantes no saben de conciencia, eso no es revolución ni
comportamiento de un ser inteligente, que hable de paz, de amor, de honestidad,
esos actos son de locos, desadaptados, de violentos eso es lo que se aprende
hoy en día pues hacer lo malo es fácil y hacer lo bueno es difícil. La verdadera
lucha es la revolución de la conciencia, la revolución no es política, ni
social, ni económica, la revolución es hablar del amor universal, la integración
con el todo para una mejor sociedad.

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